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EL FRACASO NO TE MATA, LA RENUNCIA SÍ

 EL FRACASO NO TE MATA, LA RENUNCIA SÍ

Todos tenemos miedo al fracaso.
Miedo a intentarlo y no lograrlo.
Miedo a invertir tiempo, energía y alma y que no funcione.

Pero déjame decirte algo: el fracaso no mata a nadie.
El fracaso enseña. El fracaso duele, pero también moldea.
El fracaso te deja cicatrices, pero esas cicatrices son pruebas de que lo intentaste, de que te atreviste.

Lo que sí mata por dentro, lo que realmente destruye, es la renuncia.

El dolor breve del fracaso

Fracasar duele, sí. Nadie lo niega. Pero ese dolor es temporal.
Se supera, se aprende, se transforma.



Piensa en todas las veces que caíste de niño aprendiendo a caminar. Cada golpe fue un fracaso pero ninguno te detuvo. Porque sin esos fracasos nunca hubieras dado un solo paso.

Así funciona la vida entera.

El dolor eterno de la renuncia

La renuncia, en cambio, no duele de golpe. Duele despacio, en silencio, como un veneno que se acumula.
Cada vez que renuncias a un sueño, dejas una parte de ti en el camino.
Cada vez que abandonas lo que amas, sientes un vacío que ningún éxito fácil puede llenar.

Y lo peor es que ese dolor no desaparece: se convierte en arrepentimiento. Y el arrepentimiento sí pesa para toda la vida.

La diferencia entre perder y rendirse

Fracasar es perder una batalla. Rendirse es abandonar la guerra.
El fracaso dice: “lo intentaste, pero no salió.”
La renuncia dice: “nunca más lo intentaré.”

El fracaso te deja lecciones. La renuncia solo te deja excusas.

Ejemplo real

Muchos de los grandes inventores, líderes y artistas fracasaron cientos de veces antes de lograrlo.

  • Edison falló más de mil veces antes de encender la primera bombilla.

  • Walt Disney fue rechazado una y otra vez antes de crear un imperio.

  • Michael Jordan falló más tiros de los que metió en su carrera pero siguió lanzando.

El fracaso nunca los mató. Lo que los hubiera destruido era renunciar.

Cómo abrazar el fracaso

Deja de ver el fracaso como un enemigo y míralo como un maestro. Cada caída es una pista, una guía, una forma de decirte: “no era por aquí, pero sigue buscando.”
Fracasar es parte del camino, no el final del camino.

Conclusión

El fracaso puede doler, pero te mantiene vivo, aprendiendo, avanzando.
La renuncia, en cambio, te arranca pedazos de alma hasta dejarte vacío.

Así que la próxima vez que sientas miedo, recuerda esto:
Fracasar no te mata. Lo que realmente te mata es renunciar antes de tiempo.



Y mientras no renuncies, todavía estás en el juego.

Siempre sueña para que puedas lograr. ;-)

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