EL PRECIO DEL MIEDO ES TU VIDA A MEDIAS
El miedo es tramposo. No llega gritando, no aparece de repente como un monstruo. Llega suavecito, disfrazado de prudencia, de “mejor no arriesgarse”, de “piénsalo mañana”. Y así, poco a poco, sin que lo notes, te empieza a cobrar un precio altísimo: tu vida vivida a medias.
El miedo no te quita todo de golpe. No es que un día despiertes y tus sueños desaparecieron. No. Él trabaja lento como un ladrón paciente.
Un “no hables, te van a juzgar”.
Un “no empieces, seguro vas a fallar”.
Un “mejor quédate aquí, lo cómodo es más seguro”.
Y tú le crees. Y cada vez que le crees, entregas algo tuyo: una oportunidad, una palabra, una decisión. Un pedazo de vida.
El problema es que el miedo es caro y lo que se lleva, no lo devuelve. Te roba momentos, amores, viajes, intentos, hasta partes de tu propia esencia. Cuando al fin miras atrás, te das cuenta de que no es que hayas vivido mal… es que nunca viviste completo.
La cárcel invisible
Lo peor del miedo es que no tiene barrotes. Estás libre, pero no avanzas. Estás vivo, pero no sientes que vives. Es como si todo estuviera a tu alcance, pero algo invisible te amarra al mismo lugar. Y lo más peligroso: te acostumbras. Aprendes a vivir con esa mediocridad disfrazada de “tranquilidad”.
El falso alivio
Claro, quedarse en la zona cómoda parece seguro. Si no intentas, no fracasas. Si no hablas, nadie te rechaza. Si no arriesgas, no pierdes. Pero, dime algo: ¿qué sentido tiene “no perder nada” si por dentro pierdes TODO? Si te vas apagando un poquito más cada día.
Lo que realmente cuesta
El miedo no se mide en cosas materiales. Se mide en silencios, en proyectos que nunca viste nacer, en amores que no viviste, en viajes que no hiciste. Se mide en sueños archivados. Y duele darte cuenta de que lo que más caro pagaste… fue lo que nunca te atreviste a hacer.
El antídoto no es esperar
El miedo nunca se va del todo. Nunca. Y no tienes que esperar a que desaparezca para moverte. El valor no es ausencia de miedo, es acción a pesar de él. Es avanzar aunque las piernas tiemblen, aunque la voz se quiebre, aunque todo dentro de ti grite “no estás listo”.
¿Sabes qué? Nadie está listo del todo. La vida no espera. La vida premia a los que dan el paso aunque tiemblen.
Pregúntate
¿Cuánto tiempo más vas a seguir pagándole al miedo?
¿Cuántas veces más vas a decir “luego” cuando sabes que ese luego nunca llega?
Porque aquí está la verdad dura y simple: la única factura más cara que arriesgarse es no hacerlo.
La decisión
Hoy tienes que elegir:
-
O sigues pagando el precio del miedo y vives a medias.
O te atreves a saltar, con todo y miedo, y descubres qué significa vivir de verdad.
El miedo va a seguir ahí, susurrando. Pero la decisión es tuya: ¿vas a seguir escuchándolo o por fin le das voz a tu sueño?
Recuerda a soñar y luego lograr. ;-)
0 Comentarios